viernes, abril 27, 2007

Déjalos ser.

Como desde hace unos varios meses no hablo con mucha gente, interactúo poco, ni me conecto al msn, ni escribo mails eternos contando lo incontable, hace tiempo que tampoco recibía ninguna crítica sobre mis estados de ánimo. Más bien, de desánimo. Llegué incluso a pensar que mis esfuerzos por obtener el poder de la invisibilidad habían dado sus frutos más allá de lo que yo misma había pensando que podía ocurrir.

Lástima que estaba equivocada. Esta semana no fui a trabajar mucho porque no. Y hoy tengo una serie de eventos sociales a los que no puedo faltar porque no. Es loco, pero efectivamente todo lo que hago es porque sí, y lo que no, porque no. Para qué darle mas vueltas a las cosas. Tampoco le discuto a nadie. Si alguien opina para allá, y yo para acá, que bien, gracias.

Eso no significa nada. Tal vez si, ¿pero merece que venga alguien, un cualquiera, a cuestionar mi pasividad?. Obvio que no. Lo que menos me gusta de las relaciones humanas, es que hay que vivir constantemente dando explicaciones de todo. A todos. La aceptación no es una habilidad social muy incorporada.

Tengo sólo una idea en mi cabeza.

Y eso me ocupará hasta fines de mayo.

Después vendrá un período de eslabón perdido. O que se yo, al caso, no importa tampoco.

Pero en esta ocasión, a diferencia de antaño, mis estados de desánimo no vienen adornados con esa tristeza profunda con la que usualmente camino por la vida. De verdad que no. Es como un estado de contemplación absoluto. Sin evaluaciones. No juzgo ni siquiera cuando veo que las personas actúan con inconsecuencia. Allá ellos, pienso.

Let it be.